viernes, 26 de marzo de 2010

Ser agradecidos es importante

Ser agradecidos es importante, eso me lo enseñaron de chiquita y ahora que tengo a Cristo en mi corazón, no puedo ser una hija desagradecida. Por eso y como siempre, en mi lista está primero mi Señor, y después todos los que me ayudaron y socorrieron en un momento difícil que nos tocó pasar.
El 29 de enero una perra se metió en mi casa y atacó a mi cachorra de dos meses y medio; casi la mata. No se la podíamos sacar ni con gritos, ni con golpes. No me quedó otra posibilidad que meter mi mano en su boca y sacársela, y eso hice; resultado: la perra también me mordió a mí en la mano.
Pero acá viene la parte de los otros agradecimientos. Los abrazos y el cariño más grande son en segundo lugar para la Sra. Chiche Gentile y toda su familia, vecinos como los que ya no hay.
El tercer lugar es para el Sr. Hugo Secondo (de Textil Venecia) que fue el único Ser Humano que se acercó al escuchar mis gritos pidiendo ayuda.
Y por supuesto, a los profesionales que nos atendieron a Chiquita y a mí, a la Dra. María Verónica Andreatta (de Veterinaria Chalu) a quien llamé a las 21.45 horas y en 5 minutos estuvo en su consultorio de Mosconi e Iriondo, por todos sus cuidados para con nuestra mascota y para conmigo, fue ella quien me practicó los primeros auxilios.
Gracias a Dios y a Vero, Chiquita está sana y bien, jugando en casa con su mamá. Y a mí, me atendieron, cosieron y vacunaron, en la guardia del Hospital A. Gamen, después de una larga espera (muchas urgencias y pocos médicos) la Dra. Paula Larrea y el Dr. Guido Cosentino, galenos amables y abnegados.
Nuevamente gracias y que mi Señor los bendiga, por sus corazones, su dedicación, por sus buenas acciones y por marcar la diferencia.
En otras épocas, hacer esto, portarse como Personas, ser Humanos, tener misericordia por el otro, era lo habitual, ahora es un bien preciado, es una perla que pocos guardan en su interior.
Nunca nos olvidemos que hay un Dios que todo lo ve y que premia a los que actúan como Jesucristo lo haría, que esta vida pasa rápido y que en el final de nuestros días, tendremos que rendir cuentas de nuestros actos.
No perdamos el amor ni la misericordia, al menos por el egoísmo de pensar que en algún momento nos puede pasar a nosotros.
Valeria Merkys

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